sobre En la naturaleza. Marie Colmont.Traducción Juan L. Ortiz. EDUNER , Universidad Nacional de Entre Ríos (128 páginas). Edición al cuidado de Sergio Delgado
Cuando en 1942 Juan L Ortiz se instala definitivamente en Paraná, comienza a colaborar asiduamente en diversos medios gráficos, entre ellos, y a instancias de su amigo el poeta Amaro Villanueva, con El Diario, de dicha ciudad. Allí aparecen a lo largo del año 1945, en una columna titulada En la naturaleza, los textos de Marie Colmont, escritora francesa prácticamente desconocida que Ortiz traduce especialmente bajo el seudónimo de Alfredo Díaz*. Como indica Sergio Delgado –prologuista y compilador del libro- Ortiz seguía de cerca las publicaciones de la izquierda francesa, preocupado ante el avance del nazismo y el fascismo en Europa, y leía estos artículos cuando aún vivía en Gualeguay. Los textos de Colmont se habían publicado en Vendredi, semanario de izquierda próximo al Front Populaire entre 1936 y 1938. Ese último año coincide además con la aparición de El ángel inclinado, tercer libro de Ortiz, donde en el poema «Un palacio de cristal» la referencia a Colmont se hace explícita, lo que supone el inicio de un extenso diálogo.
“Poner en valor la experiencia recogida en el contacto íntimo con las cosas y los aspectos más celosos de la tierra y de los cielos”: lo que Ortiz dice sobre el trabajo de Colmont en una nota introductoria bien podría aplicarse a su poesía.
Esta especie de alma gemela que encuentra al otro lado del océano también alienta una íntima y tenaz cruzada, una intención política en sintonía con el momento histórico que le toca vivir; “ayudar a sentir y observar la naturaleza con mayor delicadeza y atención” es un deseo que, en este caso, tiene alcances impensados.
La floresta, los pantanos, los bosques y sus criaturas, excursiones al río, noches en que se olvida la tienda para dormir bajo las estrellas, el día derivando en la canoa: crónicas del intercambio entre una individualidad socializada y un mundo vasto y sutil, que se abre solo al precio de una atención paciente, de una entrega sostenida. Desde la panorámica de los paisajes de la Auvernia o la Isla de Francia a la microscopía de los granos, los tallos retorcidos, o las telas de araña en las concavidades de los muros.
Pero esta comunión gozosa con los seres y las cosas de la tierra muy pronto es perturbada por la conciencia de la orfandad y la miseria en que viven las clases postergadas. Si bien en esa época se consolidan en Francia políticas de leyes laborales como la reducción del tiempo de trabajo, el descanso dominical y las vacaciones pagas, la injusticia social y la amenaza imparable de la guerra se cuelan en casi todos los textos del libro. Las crónicas arengan a dejar las ciudades y a aprender de la naturaleza como parte esencial de la formación de las personas si se pretende una sociedad capaz de desafiar a la degradación que avanza a gran escala. La escritora se mete con cuestiones que en semejante marco pueden parecer nimias: normativas municipales acerca de la desnudez total o parcial en los bosques y florestas de Francia, los amores “naturales” y sus consecuencias, el problema del turismo masivo y sus costos ecológicos, o la tensión entre el derecho a estar solos y el compromiso social.
El estilo de Colmont es de una ductilidad asombrosa; lo sutil y lo lírico se mezclan en su prosa ágil, llena de vivacidad y un fino humor no exento de malicia. Feminismo, ecologismo, asociaciones civiles, educación de los jóvenes, todo aparece urdido en un ardiente deseo de resistir y orientar: “hay un aprendizaje de la libertad por hacer si se quiere usarla”.
* Las traducciones pertenecen al período de escritura de El álamo y el viento, publicado en 1947.
Marie Colmont nació en París en 1895 y su verdadero nombre era Germaine Moréal de Brévans. Huérfana a los 10 años, militante socialista, prácticamente desconocida, incluso en su país, a no ser por sus trabajos para niños. Murió de tuberculosis a los 43 años de edad, el 6 de diciembre de 1938, cuando estaba escribiendo estos artículos.
Ver también De la granja al hospicio. Marie Colmont.