nombre de guerra

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fernanda nicolini

 

 

Marcela

I

Cómo se construye una vida

no es una pregunta

es un estado de vigilia

una ansiedad convertida en círculos

aunque ella no piense en círculos

sino en dibujos sin hacer

en números que se unen por líneas

que en este caso

desconocen la ley de la secuencia

el dos no sigue al uno

y no hay modo de que lo haga

están los espacios vacíos,

la incógnita, el tono de una voz perdida

nadie la grabó y, ¿sabés qué?

las voces no quedan en la memoria

como el olor de una tarde de diciembre

el zumbido del tiro que te parte la columna

el grito que congela tu nombre de guerra

en un barrio que huele a mierda

¿Reconocés su voz? ¿Podés escucharla?

Ninguno puede: ellos también quemaron fotos

y guardaron imágenes en calles de tierra

para compartir con nadie

y no la oyen.

Cómo se construye una vida no es una pregunta

es un estado en el que las dimensiones

se comprimen y el tiempo no es más

que un modo de ordenar la distorsión.

 

II

Ella también la ve.

A decir verdad la vio

esa vez que prendió la ducha

y el agua vino con olor a mierda

la ve gritando el nombre de un hijo

en el momento en el que la bala

le descose las vértebras

 

pero no la oye

el hijo tampoco

 

por ahora solo juega con la sopa:

su cuchara da vueltas

como un avión sobre el agua.

 

III

Cómo se escribe una vida no es pregunta

es un instante fijado en el mapa mental del testigo

la imagen que nunca existió

y se vuelve cada vez más nítida

como ese color que estalla

cuando cerrás los ojos y te imaginás

la historia personal sin derrotas

la de los muertos.

Una vez quemó un colectivo:

los hizo formar en el descampado

y les dio las razones del fuego

si los patrones no pagan la chapa arderá.

El chofer dijo que la mujer cargaba un arma

y que era hermosa.

El diario dijo que la mujer cargaba una bomba

y que era hermosa.

El testigo recuerda su pelo

no era claro, no era oscuro

no era largo, no era corto.

Lo recuerda como algo que arde y es hermoso.

 

Fernanda Nicolini (1979) Periodista y escritora. Publicó el libro de poemas Ruta 2  (Gog y Magog) y las plaquetas  Rubia (Zorra poesía) y Once (Color Pastel). Autora junto a Alicia Beltrami de la biografía Los Oesterheld (Sudamericana). Dirige la revista Brando. Los poemas aquí presentados pertenecen al libro El cuerpo en la batalla (Caleta Olivia, 2018).

 

 

 

 

 

planeta zumbido

Salzano Juan foto

poemas de Juan Salzano

 

1.

y en medio del encantamiento, arcabuz, abierta

pirotecnia en la búsqueda del interruptor

de encendido, la cresta encandilada del tentáculo que roza

lúbrico la cadera del volante: la nave eyectada a las nebulosas

de cualquier pedazo de materia, el candor del sónico esputo insemina

un zapateo en la lengua mixturada, la cerilla que toca la vela, el fósforo

palpa la candela que este pulpo prende durante el viaje

y un baile transafricano en plena jeta: el zangbeto planetario que zumba

en el vestíbulo deshecho de tu fiesta patrística –hay un aerolito

detrás de la ventana

lento como perro anciano, y hay

un bólido, un can, un cánido

enredado en el pelo del viejo meteorito que rejuvenece

a medida que desciende en su parábola, en su pausado can-can

hasta estirar su lomo cubierto de barro

estelar, arco tenso o luz corva, voltaica

medialuna que ilumina

la faceta menos explorada del planeta

donde un barniz polimago transfigura en zumbido

en informe nacimiento

la teoría, la tontería

que cae vacilante de tus labios

ese cascote mal trago.

 

2.

cuando el que huye, exhumado casi, rapándose la mente

reptando frente a iglesias sutiles

encendidas como el faro de un rito antiguo

respirando el fardo que arde, el ritmo íntimo del fuego

con su pulmón de nitro

su único, rojizo, apenas ventoso

inflamable unicuerno escapando del timo, lentejuela

que se prende extática como el pataleo de un asno

en un grito rebuznado al timón

y se envuelve en chispazos, se consume

viviente rinocerilla en el corazón

selvático, salvífico migrante, en la sangría empinada del vate:

un iglú de siglos que palpita a mitad del esternón

y de a poco se derrite en el calor que crece y decrece

cuando el que huye como por un grifo

en un rapto silencioso descubre

que su exaltado latido zumbón

no es sino la inminencia interminable

de un desastre: el umbral de todo

lo que resta y ripia y mece

a punto de nunca

suceder, frente a la explosión

su chirle ceder.

 

3.

“(…) la onda que ayuda a adorar”

Henri Michaux

 

acá no hay nada

que perciba –o mejor

no hay nadie

que unifique –hay una oreja

una hora, un orar dispersos –pero

en este perorar sin orador

hay un ritmo que vincula

orquestación que a fin de cuentas

no precisa de director –ningún

Ibn Batuta que superhile la tela

de esta radiante Villa Langosta

que se despinza y transteje sola

ante los ojos de nadie –dónde

hincar el dintel de la puerca puerta

si no hay en esta cardhumeante zapada

ningún pez de presencia llena o perfil pleno

ni esencial –ninguna decencia o descendencia

plenipotenciaria, ninguna referencia

a la que adherir el molar

de moral su morral relleno, el adobo tantas veces destilado

como un veneno en la comisura del juez

su sonrisa sin risa –cuándo

estamos, a qué nos vamos, cuánto paseamos

en este tiempo sin peso, en esta simultánea

secuencia de roces, en el undísono escalofrío que nos despierta

la escucha en los poros –mientras estemos

en este drapeado Tundra, en la ola

celeste de algún Sun Ra, tornasolados

sin reverencia, adoremos.

 

 

Juan Salzano (Buenos Aires, 1980) Es poeta, perfórmata y Profesor de Filosofía (UBA.). En poesía publicó: Muletología (Tsé-Tsé, Bs. As., 2006); ¡Afrodictum! (La propia cartonera, Montevideo, 2010 / Allox, Bs. As., 2011 / Literal, Ciudad de México, 2015), Ameba Maga (Hekht, 2015), y en 2017 Hipercolibrí (Hekht) en la Colección Incandescencias. En ensayo: La experiencia nebular, Santiago de Chile, 2015 (en maquetación). Compiló y prologó: Nosotros, los brujos. Apuntes de arte, poesía y brujería (Santiago Arcos, Bs. As., 2008), y realizó la selección, traducción y prólogo de: Deleuze y la brujería (Las Cuarenta, Bs. As., 2009), con textos de Matt Lee y Mark Fisher.