En el temor del sentido

Hugo Alazraqui

SILENCIO

en él se abre

el interior

sin límites

un eco

escribe

versos

respira

el universo

en el vacío


SILÊNCIO

nele se abre

o interior

sem limites

um eco

escreve

versos

respira

o universo

no vazio




OBJETOS PERDIDOS

si una cosa

busco

otra hallo

los objetos

y su movimiento

son misterios

pliegues

del tiempo

que vuelve

por eso

no los ordeno,

los dejo


OBJETOS PERDIDOS

se uma coisa

procuro

outra acho

os objetos

e seu movimento

são mistérios

dobras

do tempo

que volta

por isso

não os ordeno,

os deixo





COSA

entre continuo

y discontinuo

el azar

ni imagen

ni concepto

cosa

orden

interior

del espacio


COISA

entre contínuo

e descontínuo

o acaso

nem imagem

nem conceito

coisa

orden

interior

do espaço





PAZ

estructura

los objetos

su ritmo

interno

en medio

del barullo

del mundo

son islas

y ríos

que corren

en silencio


PAZ

estrutura

os objetos

seu ritmo

interno

em meio

ao barulho

do mundo

são ilhas

e rios

que correm

em silêncio





MEDITAR

es borrar

la imagen

después ver

en ese vacío

las marcas

de una escritura


MEDITAR

é apagar

a imagem

depois ver

nesse vazío

as marcas

de uma escritura





COGITO

me abstengo

y libre

me indetermino

me vuelvo

un instante

azar

luego soy

de nuevo

otro


COGITO

me abstenho

e livre

me indetermino

me torno

um instante

acaso

depois sou

de novo

outro





EL OJO

¿por qué llora?

si solo es parte

por que se conmueve

si nada sabe

si quién ama

es el alma,

¿qué expresa

la lágrima?

¿si no es gente

y no entiende

cómo la parte

siente?

¿será que antes fue

víscera que duele

y después

sentido

que nos muestra

en su forma

la del dolor?

¿son los sentidos

el cuerpo herido

de imágenes oscuras

que se mezclan?

¿la parte percibe

más allá de lo aparente

y sabe la llaga

más que la espada?

tal vez sea

fragmento

parcial y roto

como el sentimiento


O OLHO

por que chora?

se só é parte

por que se comove

se nada sabe

se quem ama

é a alma

quê expressa

a lágrima?

se não é gente

e não entende

como a parte

sente?

será que antes foi

víscera que dói

e depois

sentido

que nos mostra

na sua forma

a da dor?

e são os sentidos

o corpo ferido

de imagens escuras

que se misturam?

ou percebe a parte

além do aparente,

e sabe a chaga

mais que a espada?

talvez seja

fragmento

parcial e quebrado,

como o sentimento





AGUA

pensó

que la quería

por su

transparencia

y dócil

forma

pero un día

lo envolvió

una ola

y vio partirse

un cristal

de sangre

supo entonces

que era por eso


ÁGUA

pensou

que a queria

pela sua

transparência

e dócil

forma

mas um dia

o envolveu

uma onda

e viu partir-se

um cristal

de sangue

soube então

que era por isso





ADORMECER

es como entrar

en una roca

y tocar las gemas

sentir

la simetría

en la oscuridad

oír

el murmullo

de la sangre

que crece

y gira

veloz

en el hueco

helado

del dolor


ADORMECER

é como entrar

numa rocha

e tocar as gemas

sentir

a simetria

na escuridão

ouvir

o murmúrio

do sangue

que cresce

e gira

veloz

no ôco

gelado

da dor





SUEÑO

en una estación

conversamos

con extraños

que van y vienen

esperamos un tren

que nunca llega

pero vibra

en la oscuridad


SONHO

numa estação

conversamos

com estranhos

que vão e vem

esperamos um trem

que nunca chega

mais vibra

na escuridão





OTRO ESPACIO

lo oscuro

dilata y contrae

su músculo

entre cosmos

y caos

se balancea

vibra

en líneas

que se enredan

y dan nudos,

es el intersticio

que respira


OUTRO ESPAÇO

o escuro

dilata e contrai

seu músculo

entre cosmos

e caos

se balança

vibra

em linhas

que se enredam

e dão nós,

é o interstício

que respira





LOS MUERTOS

los vivos

se asustan

de su expresión

espanto

sorpresa

o alegría

tienen escalofríos

al percibir

esa inocencia

al ver

que los difuntos

todavía son niños


OS MORTOS

os vivos

se assustam

da sua expressão

de espanto

surpresa

ou alegria

se arrepiam

ao perceber

essa inocência

ao ver

que os defuntos

continuam crianças




Pequeños espirales de sentido, miniaturas filosóficas y rítmicas, palabras que construyen un equilibrio precario y preciso a la vez, de una precisión que tiene que ver con la originalidad de un tanteo y que a veces roza una verdad huidiza, una plenitud verbal. Libro bilingüe, donde se enfrentan en espejo la lengua portuguesa y española, lo que le da a los poemas una vibración especial. Los invito a que lean este hermoso descubrimiento.

Mario Nosotti

Hugo Alazraqui nació en 1962 en Río de Janeiro y vive en Buenos Aires desde adolescente. Ha escrito libros de poesía y novelas en portugués y en castellano. En el encuentro de los dos idiomas escribe y reescribe sus textos. Los poemas aquí presentados pertenecen al libro En el temor del sentido (Paradiso Ediciones, 2020)


Podría llevar cierto tiempo

Clara Muschietti

sobre Podría llevar cierto tiempo, Clara Muschietti (Caleta Olivia, 2020)

Vivir en el presente sin que nadie te vea, hacer de la desilusión, la vulnerabilidad, los contratiempos,  una forma secreta de la afirmación. Saber que los eventos son lo que son antes de ser metáforas de algo (lo doméstico como interrupción, la maternidad como juego  y presencia incontrastable, ajena al idilio familiar). Y que “nadie nos mira” y “nadie va a venir”: “me resulta imposible creer / toda la información que me dieron / sobre el mundo”.

A medida que la voz nítida, descreída y sin vueltas de este libro de Clara Muschietti (necesaria reedición del que en 2015 publicó Bajo La luna)  avanza en el camino -por momentos desértico, por momentos opaco y expectante- de la propia experiencia, dos preguntas parecen asomar detrás de las palabras y los actos: ¿quién soy? ¿qué hago acá?

El llanto de un animal que se filtra desde algún departamento vecino, un caballo fracturado, otro animal doméstico que muestra los dientes, una casa en obra,  el puñetazo en la boca a una compañera a los nueve años para descargar “la pena que me daba el mundo”, o abrir un oso de peluche con una trincheta para comprobar que adentro “no tenía ni una sola cosa que pareciera humana”. 

Hay en la artificial mesura, en el distanciamiento de la voz de Muschietti,  la vibración de algo que está por estallar, o derrumbarse, rendirse a la evidencia de los hechos. Los “debería”, los “tendría”, son los condicionales que además de dar nombre a dos partes del libro (Tendría que haber otra naturaleza, Tendría que haber otra naturaleza en nosotros), dan cuenta de que en esta visión (que no es nihilista) todo puede llegar a suceder, aunque es probable que no suceda, o mejor, “podría llevar cierto tiempo”, porque las cosas cambian de un momento a otro, la vida es inestable, y aun en lo pequeño, lo trivial, algo puede arruinarse.

Como en ese poema en que al salir del médico,  una mujer se compra unos duraznos que prometen, que parecen jugosos, y al probarlos más tarde, al llegar a su casa, se descubren opacos y secos: “no voy a comparar esto con mi vida. /A veces no hace falta (…) No los voy a tirar. / Los voy a dejar en la heladera hasta que se pudran”.

Acercarse a auscultar el corazón salvaje con cierta naturalidad sociológica, algo de lo estadístico aferrado a un sentimiento absolutamente terrenal, estoicamente humano, que recuerda a cierto Giannuzzi (cuando en una entrevista le pidieron a Clara que elija dos poetas con cuyo imaginario resuena nombró a Joaquín Giannuzzi y a Sharon Olds). Se trata casi siempre de un estado de cosas que repercute en el cuerpo, en ese sentimiento de extrañeza más cercano a la especie que al prójimo, “comer en familia puede ser un viaje / hacia la formas más primarias”.

Algo de lo liberador y lo tajante hay el registro que la autora viene construyendo a lo largo de sus libros, que en lo formal proviene de la soltura sintáctica, y en la actitud, de atreverse a correr ese velo “con el que ves /el mundo en una versión admisible”.

En la última parte del libro (“Ella dijo que yo estaba y que mi ropa tenía una estampa”), los poemas recorren experiencias de una historia personal y traumática, y a veces con una sola línea dicen todo: “Ella era hermosa pero no estaba capacitada para verlo”.

Mario Nosotti. Revista Ñ (8/8/20)

Clara Muschietti es poeta y fotógrafa, nació en Buenos Aires en 1978. Publicó los libros de poemas La campeona de nado (2007), Karateca (2010), la antología personal No sé qué creíste (Puerto Rico, 2016), La canción que cantás (2020) y participó de diversas antologías.

Destacado

En la unidad de lo múltiple

sobre Alétheia, Oscar del Barco (Borde Perdido Editora, 2020)

Es difícil, y quizás sea estéril,  intentar separar los múltiples aspectos de una obra como la de Oscar del Barco, que se mueve entre la filosofía (de los griegos a Marx y a Heidegger), la política, el arte, la experiencia visionaria y la poesía, unidos a través de un sentimiento tan inaplazable como trascendente.

Alétheia es un largo poema, una especie de oda que durante casi cien páginas se lanza a la tarea de pensar lo impensable, de cantarlo, de atestiguar lo existente en sus múltiples instancias, y la vez penetrar el vacío, la posibilidad de que todo sea.  

El poema comienza indagando la naturaleza de la luz -“el mundo nace cuando el párpado se abre creándolo luminosamente / nada puede decirse de la luz sólo nombrarla sabiendo que no tiene nombre”- ya que la “alétheia” que da título al libro, refiere justamente a la verdad como acontecimiento, como desocultamiento del ser, un concepto que Heiddegrer  retoma de los griegos para pensar la verdad como lo oculto que se hace evidente, que a-parece y se dona como algo inteligible.

Podría decirse que el poema alterna dos vertientes, una más conceptual, del orden de la idea, y otra que la realiza, poniendo en evidencia la singularidad esquiva de lo tematizado. Y es ahí donde el poema gana fuerza y presencia, y donde el pensamiento se concreta.

“… las mariposas vienen antes o después que las flores del níspero y

la lluvia no se apresura tal vez llegue antes que la nube o cuando

la nube ya está junto a los ojos del perro o en las plumas de las

 palomas del monte

así todo tiene su lugar sin que nadie nunca sepa cuál es su lugar”

El ansia de mirar más allá de lo visible, de auscultar en lo abierto, empuja a abrirse paso a través de los versos, a sentir que con cada pisada el mundo se despliega; siempre hay un más allá (en la mirada y en el pensamiento), en la incesante compenetración de todo con todo. Abrir las puertas de la percepción -son varios los trabajos en los que Del Barco aborda su experiencia con el peyote y el LSD-  “penetrar en el orden de una intimidad parecida al sueño”, sin dar nunca la espalda al rango de lo sensitivo.

Alternando entre la microscopía y la vastedad, el aliento épico de la empresa tiene por momentos el sutil didactismo de un Lucrecio, una especie de himno -o plegaria- a la naturaleza que asume por momentos el vértigo de la visión, “la gran correntada del mundo es el dios que nos habla”.

Lo sagrado es aquello que religa al misterio de las cosas, y no algo que aluda a otro reino o instancia metafísica; está en la rugosidad de una corteza, los cipreses que apuntan hacia el cielo invisible, las hormigas en la rama de la higuera, “lo único que se sabe es que el ser llega y ordena los espacios donde las cosas se mueven en busca / de su propia resonancia”.

En un mundo que no encuentra salida y se autodestruye, ese gesto anacrónico de restituir al presente el estatuto de  lo sagrado – a través de la poesía, el erotismo o la experiencia mística- quizás sean un modo de devolver al hombre una vitalidad ahogada por la técnica, el encierro en la cultura y la información. Experiencias como “ver y oír sin nadie que oiga lo que oyen y sin nadie que vea lo que ven”, suenan hoy como íntimas instancias revolucionarias, formas involuntarias de liberación.

Mario Nosotti

(Revista Ñ 1/08/2020)