Todo tiene un final

Anahí Mallol

sobre Historias de amor no, Anahí Mallol (Bajo la luna, 2022)

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“Te amo”, dice Lacan, “pero, inexplicablemente y debido a que amo algo más de ti, entonces te mutilo”.  Con esto alude a que la relación amorosa se juega entre lo que la otra persona es y lo que deseamos que sea, lo que creemos nos completaría. Si el amor es a menudo querer ser amado y el objeto de amor es lo que inventa mi deseo, las historias de amor son finalmente «historias de amor no».

Los estadios del vínculo afectivo son tan impredecibles y variables como historias se cuenten: un amor que florece al perderse, o que funciona solo a la distancia, o por admiración profesional, por diferencia, amores clandestinos que se sostienen solo a condición de tales, amores que se gestan en la adolescencia, se pierden por el resto de la vida,  y florecen de nuevo casi al borde de su desaparición.

Articulado como si fuese una especie de álbum de amores destinados al fracaso o el olvido, los poemas de este libro de Anahí Mallol son pequeñas biografías del corazón que anda o se detiene, que brota en un momento y llega hasta la muerte del amor, pasando por proyectos, ilusiones, fiestas, viajes, engaños, apatías, terminando a menudo en la disgregación de lo que fue una vez la cifra de lo intenso. Las ataduras son a veces por aburrimiento, por traslación de otros vínculos, y son en su mayoría mujeres las que dejan, las que anticipan en algún detalle lo que viene, las que menos escrúpulos tienen a la hora de elegir su libertad.  

El amor como ilusión pasajera, o brillo de oro falso, en todo caso opuesto a una esencia inmutable; como esa relación de años que termina en Infierno y luego en la pregunta “¿cómo pude, alguna vez, estar con este extraño?”. Algo resulta claro, el amor de estas historias no resiste el paso del tiempo.

Mediante sintagmas breves, contundentes, que pueden condensar años o momentos de quiebre, estas suertes de inventarios de vidas que entran en relación describen una curva que va desde el despunte del deseo a su disolución. La voz enunciativa es una sola; como una Scheherezade desgrana las historias que mira muchas veces desde el punto de vista de su consumación. Y los finales son de todo tipo, desde el lento desgaste, hasta lo inexplicable, los finales abruptos: alguien desaparece sin más, deja de responder, se va, nunca más da señales de vida.

El tono de estas prosas poéticas es siempre taxativo, desapegado; el amor no es un tópico sobre el cual reflexionar; se lo trata con ojo de entomólogo a través sus hitos, “matrimonios, trabajos, enfermedades, hijos, persecuciones políticas, muertes”,  un catálogo de historias habituales de las que se enumeran los puntos de inflexión, y no de cualquier modo, con potencia y belleza, encontrando poesía no allí donde el amor comienza a hacerse eterno, sino donde la redención ya no compensa nada.

No hay moralejas pero si intuiciones, tendencias que condensan estos lazos: lo que se llama amor es muchas veces algo ciego, ilusorio, sobre todo desparejo, siempre hay uno más fuerte que otro, y el más enamorado suele ser el más vulnerable. Cuando una de las partes quiere controlar o retener, la otra escapa. El amor no es esa condición que nos recibe con los brazos abiertos sino un campo minado, un hueco que nos deja a la intemperie. Historias de amor no, puede leerse como una suerte de spoon river, pequeños epitafios que cantan con crudeza e ironía la muerte de lo que alguna vez fue, y sobre todo, de lo que alguna vez pareció posible. 

El amor como horizonte y como límite después del cual la vida es una deriva desconocida. O quizás sea posible leer estas historias de otra forma: el amor puede decirse y erigirse desde la contundencia de su límite, de su final. Es su carácter mortal y su apuesta imposible lo que le da su brillo momentáneo, su intensidad irrepetible. Que el amor termine, o que ya no haga mella, incluso que sea materia de aborrecimiento y olvido, que se revele como ilusión o autoengaño, no hace más que afirmar su potencia de símbolo, de manifestación significante.

Mario Nosotti, Revista Ñ (18/06/2022)