Para encontrarse
Algún día, tal vez no importen
reglas virtuales de esta ciudad
algún día tendremos alternativas
al diseños colonial de las calles.
Algún día un urbanista nacido
de las entrañas de un árbol añoso
transformará en laberintos borgeanos
este bloque de líneas rectas.
Así podríamos evitar el
código de los negocios
desandar legados de virreyes
producir organismos
sinfines mutantes.
En una pequeña parte
del territorio, por el momento,
la clave es: salida a paso lento,
avance, retroceso, giros inesperados
sin objetivo aparente, explorar
algo nuevo en las mismas coordenadas.
Si te movés por Ballivián el destino es
Ginebra. Aunque, si la idea es seguir
hacia Liverpool, entonces llegarías
a Londres. Y al decidir un camino
recto, insólitamente, se proyecta
Dublin al sur. Pero cuando
preferís zapatear por Bauness
es mejor un giro a la izquierda
y no retroceder a Cádiz.
El miedo a perderse
intimida a taxistas, carteros
y guardianes del orden.
En cambio, es atrapante
para quienes deciden buscar
su propio monstruo,
en el laberinto de sus palabras.
Sin temor al desvarío
porque todos sabemos, de todo laberinto
Siempre se sale por arriba.
de A nadie le importa (La Gran Nilson, 2016)