Las calles nevadas

Diego García

triángulos bajo la nieve.
un auto de policía detenido en la oscuridad.
desayuno de ciudadanos kane
con pulóveres de navidad
tejidos por madres bien peinadas.

esa campera es demasiado grande y
la lejanía que creés no es tal.

es resbaladiza tu llegada diaria a los almacenes
con el mínimo grado de precalentamiento art nouveau
para la misma milanesa con papas
ajustada al cinturón legal.

gomas que se queman mientras nada ocurre.
el vendedor de diarios olvidó el suplemento
de pesca este domingo. qué raro


cuando sea posible intente despejar un camino.
cuántas bolsas puede cargar?
estoy quebrado dice
pero es bueno que la escena comience así.

la prosperidad de occidente
no debe ahorrar
en artefactos de masaje.

es ahora el tiempo. tu tiempo.
no dejes pasar la oportunidad de tener
las manos ocupadas.

hay quienes pasan por detrás:
todxs tienen algo que hacer.
algo que no es privado ni público sino parte
de la congregación que costea la inercia
de diversión sobre las calles nevadas.

todxs están volviendo
en un esquí mental con asientos individuales


fotos de saul leiter.
lo parcial
de aquello que se pone en fila
suena como una alarma de combate.

por sobre los hombros de una ventana empañada
no puede haber trampas.
las sombras no tienen ropa
ni la necesitan.

se estampa una cabina de teléfonos en un colectivo.

es extra lo humano que nos consume


hay un sistema de clasificación de prioridad
que gobierna qué calles de la ciudad son aradas
primero. todas las calles están categorizadas
lo que determina su prioridad para el desmonte
durante las operaciones de quitanieves.
primera prioridad – vías principales y rutas
de autobuses. segunda prioridad – calles
muy transitadas y calles de mayor pendiente.
tercera prioridad – calles residenciales planas.
si desea saber cuándo llegarán a su calle
las quitanieves vea el mapa de la ruta de la nieve.
los residentes pueden estar seguros de que
cuando se acumule la nieve la División de Calles
hará todo lo posible por arar cuanto antes




Los poemas presentados pertenecen al libro Las calles nevadas, de Diego García (Barnacle, 2020).






La ecuación y la gracia

sobre En la Casa-Barco. Obra Reunida, Inés Aráoz, Editorial de la Universidad Nacional de Tucumán (EDUNT)

“¡Qué pesado el lenguaje! –dijo Ría cerrando la gaveta al tiempo que sus palabras caían pesadamente al piso….” Varios libros de Inés Aráoz arrancan con una exclamación, un gesto repentino; el poema se lanza sobre algo que ya viene andando, un tajo en esa cinta del espacio tiempo que nos deja delante una palabra incandescente. Los nombres no señalan, cuando alguien los pronuncia “te voltean”, tienen forma, color, peso: “¡Conque esto era el lenguaje! Hablar de ello no tenía mayor importancia para nadie”.

Como si en cada uno se lanzara a un desafío nuevo, la poesía de Aráoz muta de libro en libro. Por eso leerlos juntos, reunidos en el volumen de más de setecientas páginas que acaba de publicar la Universidad Nacional de Tucumán, produce en el lector de esta obra secreta, hecha en los márgenes de la figuración y el reconocimiento, la certeza de estar frente a una de las propuestas más relevantes de la poesía argentina de los últimos años. Si bien hay recurrencias temáticas, líneas de búsqueda (la mezcla de registros fragmentarios, lo biográfico infiltrado por la gracia poética), lo que persiste es la intensidad de una entrega, ora celebratoria, ora profundamente oscura y cercana a la visión, que indaga en el misterio del lenguaje, la memoria y la muerte.

Desde su primer libro, La ecuación y la gracia (1971), la apuesta es contundente: “Huiré de toda forma, de cuanto color quiera tentarme”. En efecto, ajena a cualquier pintoresquismo, esos primeros versos de tinte surrealista labran una sintaxis difícil de caracterizar, que rompe convenciones de sentido y se crea a sí misma: “Soy el bicho lustroso de las cuevas que puedo llamar poema”. Como una arqueóloga (Aráoz gusta coleccionar en su casa diferentes objetos) que excava el territorio en el rastreo de antiguas resonancias, el sujeto poético asimila la materia para ser parte de su repiqueteo, sus movimiento y su germinación. Capa a capa, dimensión tras dimensión, la poeta construye su espacio vital, su casa barco en la ola expansiva que actualiza la experiencia del mundo, en una horizontalidad que la hermana a ese hervidero de árboles y montañas, barro y bichos, ojos y minerales.

En los dieciséis libros que compila En la Casa-Barco se suceden poemas en prosa, crónicas de viaje, aforismos, cartas, diarios personales, traducción, borradores, incluso variedad de personajes que a veces son desdoblamientos de un yo que se busca a sí mismo.

De los poemas breves de Mikrokosmos (1971), el primero de los varios libros dedicados a su compañero el novelista Hugo Fuguet, hecho de interrogantes y silencios que inquieren la naturaleza del poema, (“las palabras quedan. No el lenguaje absurdo ni las experiencias ni lección alguna”) a las prosas poéticas de Los intersticiales (1986) (“entiéndase por intersticiales la hendedura entre un mundo y otro, los huecos del sentido, los espacios que median entre una y otra idea en la palabra”), que instalan el concepto de “intersticio” del cual surge buena parte de la concepción poética de Aráoz.

En Viaje de invierno (1990) una nouvelle compuesta de recuerdos fragmentarios, poemas y citas de otros libros, la muerte del amado se transforma en su realización a través de la escritura. El nombre y la presencia de Fuguet son uno de los centros alrededor de los cuales orbita de la escritura de Aráoz. Tanto allí, como en La comunidad. Cuadernos de navegación (2006) y en otros textos, se va tejiendo una compleja red autobiográfica. Lo extranjero, por otro lado (la lengua y la cultura rusa en Balada para Román Schechaj,pero también “el amado” y “la poesía”) son parte ineludible de aquélla realidad.

El libro incluye exhaustivos trabajos de Sofía de la Vega y Ezequiel Nacusse –responsables de esta especie de “justicia poética”- y Osvaldo Aguirre, que exhuman claves y facilitan líneas de lectura.