Aullido
Por Mario Nosotti
En Mayo de 2007, una entrevista realizada por el diario brasileño O Globo a Marcos Camacho, líder del PCC y más conocido como Marcola, recorrió el mundo. Sus dichos, (que algunos alegaron falsos), causaron el revuelo de cascotes lanzados contra el vidrio de la buena conciencia. La reescritura de ese reportaje, fue el punto de partida de Marcola. Se trata de una diatriba alucinada, por momentos feroz, espetada al lector en primera persona. Camacho, otrora pobre e invisible, maneja desde la cárcel una increíble red de voluntades, poder de fuego e influencias, sustentados en el negocio millonario de la droga. De entrada, el narrador se abre de las dudas sobre la originalidad de sus palabras. A él no le interesa la Verdad con mayúsculas, sino el efecto capaz de sacudir esa paz deficiente, de tarjeta postal, cantada en “bosanovas que nombran/ laderas coloridas, a beleza do povo brasileiro”. Lo verosímil, no es más que pretensión de una legalidad funcional al estado de cosas.
Marcola quiere algo, por eso canta. No intenta solamente denunciar o mostrarnos la cosa desde adentro. Lo primero es hacer evidente los que todos ven, lo que está incorporado al paisaje casi como una gracia natural, “¿No viste, acaso, el tamaño de las / favelópolis de Río? ¿Sobrevolaste en / helicóptero la periferia de San Pablo?”.
Entonces marca el campo, la diferencia clara y contundente: acá Nosotros, allá Ustedes. De un lado el humanismo mojigato, contento con sus buenas intenciones, tratar de comprender al otro, asimilarlo, y hablar, hablar de la pobreza, la injusticia social etc. Y por el otro lado una moral extraña, la de un Nosotros donde, “ni el bien ni el mal nos toca”, donde la muerte,“es la sopa de todos los días”. Una empresa eficiente, “mejor que Microsoft”, donde el que roba o vacila “es vuelto a colocar, sin compasión, en el / desamparo vivificante del barro”. Ese Ustedes entonces, lejos de ser un ente sociológico, de pronto es una mira telescópica que enfoca en el lector. Es a uno a quien le habla Marcola, a uno a quien dispara sus blasfemias, su incómodo diagnóstico, su grito de que ahora es demasiado tarde.
Pero para lograr que la palabra impacte, hace falta hacer carne una forma distinta de decir, un lenguaje “novísimo, amorfo, lozano, vivo, / que crece con la mugre, en los mismísimos riñones de esta cultura asesina”. Diferente al discurso enemigo, “intelectuales con cuarenta palancas de retardo”, “sus frases pesan mil quinientas toneladas”. Este nuevo decir tiene la virulencia del vapor que se escapa de la olla a presión de la normalidad burguesa. Respiración nerviosa, escandida en frases cortas, contundentes. Marcola despotrica con un humor rabioso, que estalla en ese arte de injuriar de tono y eficacia celinianos: “¡Burgueses! ¡Culones! ¡Progres! ¡Pitufos! ¡Lactantes!”, “Hagan autocrítica al espejo, deformes, contrahechos!”,“¿Me seguís, zapallo?”.
Pero no hay que engañarse, Marcola lee a Dante, y dice que su verdadero lujo son los libros, alega haber leído más o menos tres mil. No es casual la elección, de algún modo también él nos interna en los círculos infernales, nos muestra como todo se cruza y la cultura no es sólo patrimonio de los bienpensantes. Más aún, la literatura esta por su naturaleza mas cerca del Nosotros de Marcola; carece de moral y, su único compromiso es consigo misma, con su efectividad, su poder de despliegue y manifestación.
Lejos del maniqueísmo, del dedo acusador, el poema nos pone ante el espejo del Frankenstein que construimos. “Estamos todos en el centro del problema. Sólo que nosotros vivimos de él, ustedes no. // “Dense cuenta de que es apenas el comienzo”-
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Mariano Dupont nació en Buenos Aires en 1965. Ha publicado las novelas Aún (Premio Emecé 2003) y Ruidos (Santiago Arcos, 2008) y los libros de poemas Quique (Ediciones cada tanto, 2003),Pampa trunca (Ediciones cada tanto, 2004) y Nanook ((Ediciones cada tanto, 2010). De 2000 a 2008, fue editor de la revista Los Inrockuptibles. Perteneció al grupo editor de Kilómetro 111, ensayos sobre cine, revista de la que fue uno de los fundadores. Desde hace varios años coordina talleres literarios. Tradujo a William Burroughs, Arthur Cravan, Louis-Ferdinand Céline, Yasunari Kawabata, Pascal Bonitzer, Jacques Rancière, entre otros.
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